Amar el páramo

por plasticidades


Salgo a ver al sol recostarse entre las dunas. Cómplice, me tiendo en la arena y recibo sus últimos rayos, en calma, sin recelo. La luna muy alta, curiosa, pendiente del sol y mis pasos. El viento es calmo y tibio, me allega dulces aromas lejanos.
Es un momento mágico el del sol muriente, cuando los temibles zorros corren a sus madrigueras y las lechuzas aún no se atreven acechar por estos parajes. Más, es sólo un momento pues al menor ruido escapo y me entierro en la arena sin dejar huella.